Desde su llegada a la capital española, Aurélien Tchouameni ha recorrido todos los estados. En primer lugar, estaba el orgullo de fichar por el club de sus sueños. Eso, aunque Liverpool y PSG fueran tras él. Contento y decidido a ganar con los Merengues, el francés, comprado 80 millones de euros (excluidos bonos), sabía que lo esperaban. Sobre todo porque poco después de fichar, el indestructible Casemiro decidió fichar por el Manchester United.
A pesar de la presión de su fichaje y de la marcha del brasileño, el ex del Mónaco cumplió rápidamente con las expectativas. Los medios madrileños incluso ya se frotaban las manos explicando que la Casa Blanca había dado un gran golpe y había encontrado al futuro jefe de su centrocampista.
Titular del poder (16 veces en 18 apariciones en todas las competiciones) en la primera parte de la temporada, el joven de 23 años impresionó rápidamente. Pero desde su regreso del Mundial, donde estuvo en el once tipo de Didier Deschamps, Aurélien Tchouameni preocupa en España.
A principios de febrero, Relevo explicó que su caso comenzaba a generar serios cuestionamientos. Primero se detuvo por una lesión en el músculo sóleo izquierdo (ubicado en la parte posterior de la pierna) el 7 de enero. Recién regresó el 2 de febrero (23 días fuera, 6 partidos perdidos). Luego volvió a perder la convocatoria por una gripe a mediados de febrero (2 días de baja, 1 partido perdido).
Aparte de sus fallas físicas, en su mayoría fue menos influyente en el juego y no logró generar su impacto y poder. “El problema es que el jugador que fue al Mundial no es el mismo que volvió. Ni dentro ni fuera de la cancha”, había señalado Relevo.
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