La situación de Thomas Lemar en el Atlético de Madrid era más que preocupante. La primera mitad de la temporada, el francés acaparó gran parte de los minutos en el flanco ofensivo de la banda izquierda colchonera y desesperó a los aficionados. Su rendimiento fue paupérrimo y se notaba que no estaba ni en el tono físico deseable, ni en el estado mental requerido para poder aportar cosas positivas al equipo. Pero como las buenas tierras, un tiempo en barbecho en detrimento de Ángel Correa y de Ferreira Carrasco tras su llegada, y el interior galo parece otro, algo visible en el encuentro de ayer donde los rojiblancos se impusieron al Liverpool por la mínima.
Una de las mayores sorpresas del once de Diego Pablo Simeone en la ida de los octavos de final de la Champions League fue la inclusión de Thomas Lemar. En la retina de toda la hinchada atlética seguían presentes sus últimas actuaciones que para nada le colocaban al nivel de un encuentro de este nivel e intensidad. Sin embargo, la idea de Diego Pablo Simeone era clara y acabó resultando.
La ubicación en esa zona de Thomas Lemar pretendía extraer del jugador su rendimiento defensivo más óptimo, esa faceta de acoplamiento con el lateral que le había llevado al Atleti a abonar más de 80 millones de euros por su traspaso. Las subidas de Trent Alexander Arnold por esa banda eran uno de los mayores peligros ofensivos del Liverpool de Jürgen Klopp, por eso su titularidad tenía más sentido que la de otro jugador más ofensivo de banda como Vitolo o Carrasco. Una nueva masterclass de uno de los mejores entrenadores del mundo, le pese a quien le pese.
Fuente: fichajes.net