Sin la necesidad de las florituras de Neymar ni los goles de Cavani, y completando una exhibición magnífica en Old Trafford, el París Saint-Germain, a lomos de un Mbappé asombroso y un Di María pletórico, acaricia los cuartos de final de la Liga de Campeones, tan cerca que parece imposible imaginar otro desenlace en esta eliminatoria muy desnivelada. Ganó el PSG y ganó bien porque se comportó como un equipazo, atribuible buena parte de ese mérito a Thomas Tuchel. Se intuye que detrás de esa constelación de astros hay un entrenador con criterio y dio pistas anoche en una victoria que, de no ser por De Gea, pudo ser mayor.
Consumado el homenaje a Emiliano Sala, al que se le recordó con un aplauso precioso, empezó el baile de palos en Old Trafford, tan intenso el primer acto que hubo muchas más tarjetas y entradas al límite que ocasiones. United y PSG salieron envalentonados y se repartieron de lo lindo, dos equipos que mezclan talento y músculo, pero que antepusieron la estaca al tacón en esa toma de contacto. Fue, en cualquier caso, un inicio efervescente con un ritmo agotador, puede que más emocionante por aquello de tratarse de Europa que bonito, pura noche de Champions.
Le iba mucho al PSG, al que le atenazan los fantasmas porque tiene una deuda con Europa después de dejarse la vida en el mercado y no llegar jamás ni siquiera a semifinales. Cada año le sale un grano cuando no toca y esta vez se ha quedado sin Neymar y sin Cavani antes de octavos de final, una cita en la que era netamente favorito cuando se realizó el sorteo y más si se tiene en cuenta que el conjunto británico estaba, por entonces, hecho trizas. Pero, dicho está, el PSG se ha devaluado sin dos de sus puntales y encima el United ha mutado en un equipo notable desde que Solskjaer suplió al defenestrado Mourinho, del que ni se acuerdan por Inglaterra. Con ese panorama, los galos afrontaron con valentía el duelo y dieron el golpe en un escenario eléctrico que aprieta de verdad.
Huérfano de sus estrellas, Tuchel, intervencionista, propuso un equipo más ordenado en donde todo debía acabar en Mbappé, al que da gusto verle correr por lo rápido que es y por su estilo. Se acercó solo una vez al gol en el primer tiempo, y además estaba en fuera de juego, pero siempre da la sensación de que va a pasar algo cuando le llega la pelota. En el United, y en ese mismo periodo, cabe destacar un disparo de Rashford que despejó Buffon (41 años), un jugadón de Pogba, las lesiones de Lingard y Martial justo antes del descanso y una entrada de Young sobre Di María con muy mala idea que mereció la segunda amarilla.
Creció el PSG en la reanudación y obtuvo su premio con el tanto de Kimpembe, quien remató solo un saque de esquina que colocó Di María en el área pequeña, ese territorio descubierto por un De Gea que justo antes había realizado un paradón a un cabezazo de Mbappé. Aturdido, el United se llevó otro tortazo en un periquete cuando el propio Mbappé empujaba un pase milimetrado de Di María y puede dar gracias a De Gea, que desbarató dos goles cantados (a Mbappé, cómo no, y a Bernat) en esa tormenta perfecta de los visitantes.
Tal y como estaba la cosa, ya les iba bien a ambos ese 0-2, pero fue mayor el castigo para el United con la merecida roja a Pogba. Se perderá la vuelta, pero importa poco viendo el baile del PSG, que manda un aviso muy serio a Europa. Fue una exhibición.
Fuente: abc.es