Al principio se las prometían muy felices, pero ahora empiezan a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. El Atlético vive una crisis y empieza a dudar de una plantilla que en verano parecía idónea para pelear por todos los títulos. El hype por Joao Félix se ha desinflado y tras su lesión el equipo ha quedado huérfano de creatividad, incapaz tampoco de encontrar la pegada que deberían de asegurar Costa y Morata, aunque el segundo empieza a despegar en los últimos partidos. Precisamente esas dos cualidades, creatividad y pegada, las aseguraba Griezmann, que dio al Atlético muchos puntos en partidos donde reinó la espesura. Cualidades que sin embargo el francés no está mostrando en su nuevo destino, relegado a un rol secundario.
El Griezmann del Barça no sonríe, ni bromea. No imanta el juego, no es protagonista. No parece andar sobre las nubes cuando transporta el balón. Ahora sólo se ve su sacrificio en defensa, demasiado poco para un jugador top de sus dimensiones. Antoine no muestra una conexión adecuada con Messi, sobre el que pivota todo el juego del Barça. Cada vez se arrincona más en banda o se diluye como falso nueve, incapaz de hacerse ver y asumir galones.
Es pronto, pero a ambas partes no parece que les haya ido bien separarse. Griezmann no es Griezmann, y el Atlético no es lo mismo sin la alegría del francés, del que había más dependencia de la que los colchoneros se atreven a confesar.
Fuente: fichajes.net
