No se le pueden dar facilidades al PSG. Se encontraron los de Tuchel a un Saint-Étienne valiente y aguerrido, pero ‘les Verts’ allanaron el camino al abultado triunfo parisino en media hora, encajando el 0-1 y quedándose con 10.
Las visitas a Saint-Étienne nunca son fáciles. El ambiente estuvo a la altura, y desde muy pronto la pirotecnia hizo acto de aparición en ambos fondos. Quédese con esto, porque fue la tónica habitual del encuentro.
Sobre el césped, dos equipos distintos. Un PSG capaz de jugar al toque o en vertical, contra un Saint-Étienne que se conformó con las migajas de posesión que le dejase su rival, para contragolpear y así hacer daño.
Esos dos estilos de juego chocaron, y nos deleitaron con unos primeros minutos de altísima intensidad, con ocasiones en un área y también en la otra.
Tan frenético fue el avance, que a los nueve minutos de juego ya ganaba el PSG. Se estrelló una y dos veces con el muro verde, pero tras ese segundo tiro, de Meunier tras uno primero de Mbappé, Leandro Paredes enganchó el balón a bote pronto en la frontal y con la colaboración de Fofana, batió a Ruffier.
El gol dio alas al PSG, que poco después, en el 13′, marcó el segundo, solo para ver como el linier se lo anulaba a Mbappé por fuera de juego. La jugada, sin embargo, sentó cátedra: el pase entre líneas para el joven galo acabaría haciendo pedazos a la zaga rival. Al tiempo.
Llegado al ecuador del primer tiempo, el partido se ‘calentó’. Y no por las bengalas que seguían encendiénsoe en las gradas, sino porque el Saint-Étienne comenzó a emplearse con gran dureza ante los avances parisinos.
Eso tuvo como resultado la amarilla para Trauco, y luego la roja directa a Aholou, por una dura entrada sobre Paredes. Se quedó, casi por sorpresa, el Saint-Étienne con uno menos, pero el PSG distó de aprovecharse de ello.
Porque por momentos parecía como si las fuerzas siguieran igualadas en el Stade Geoffroy-Guichard, porque ‘les Verts’ buscaron sin rubor el tanto del empate.
Pero al final, la superioridad del PSG se acabó haciendo patente, y al filo del descanso, en el 43′, Mbappé, a pase de Neymar entre la maraña de piernas de la zaga rival, batió a Ruffier para duplicar la ventaja visitante.
El Saint-Étienne no bajó los brazos, y en el alargue merodeó el tanto que recortase distancias, pero no lo logró. Tampoco durante el segundo tiempo, en el que puso en más apuros de los desesados a un Keylor Navas que celebró su cumpleaños dejando su meta a cero.
Pronto se puso el PSG el mono de trabajo, y comenzó a divertirse con su rival como un gato con un ratón de felpa. Jugaba con él, no contra él. Atacaba y merodeaba el gol, pero parecía que le daba la risa a la hora de marcarlo.
Valga como ejemplo el penalti que falló Neymar (directo al poste), que sin duda frustró al siempre competitivo brasileño, pero que parece que poco importó a sus compañeros, aunque el Saint-Étienne se envalentonase tras el fallo.
Fue un toque de atención la clarísima oportunidad que tuvo Bouanga tras el fallo de Neymar, y no tardó Icardi en arreglar la situación, cazando en el área un balón mal despejado tras un centro desde la izquierda.
Y la grada, como si estuviera ganado su equipo, enloqueció. Al mal tiempo, buena cara, dicen. Más bengalas, e incluso cohetes y fuegos artificiales empezaron a prenderse. El humo cegaba las cámaras de televisión y el partido tuvo que pararse en varias ocasiones.
Así fueron pasando los minutos, entre las interrupciones por el bengaleo y las de los cambios. En el 89′, con todo el pescado ya vendido, Mbappé recibió de Neymar, cabalgó, rompió con un cambio de ritmo a su marcador, y batió por segunda vez a Ruffier.
El cuarto gol fue celebrado por la hinchada rival con más pirotecnia, y el árbitro decidió dar por finalizado el encuentro. El alargue, que debería haber sido de al menos cuatro minutos, se fue al limbo. No era necesario jugarlo.
Fuente: besoccer.com