Cumplida más de una semana desde la eliminación en Champions ante el Manchester City, Zinedine Zidane no ha hecho sino salir reforzado con el paso de los días. El francés fue uno de los grandes señalados tras la debacle en el Etihad Stadium. Incluso pareció por un momento que el propio técnico no tenía clara su continuidad, a juzgar por sus declaraciones al término del choque. Todavía en caliente por la derrota, fueron muchas las críticas que recibió por su planteamiento ante el equipo de Guardiola y decisiones extrañas como la de no dar entrada a Vinicius.
A pesar de todo, lo cierto es que el marsellés cuenta con crédito de sobra tras haber conquistado el título de Liga. Si su temporada ya era considerada de notable analizándola con perspectiva, los últimos acontecimientos en equipos rivales como Barça y Atlético no han hecho sino mejorar esta percepción. Y es que la gran campaña del Real Madrid a nivel doméstico sólo hubiera sido eclipsada por el éxito en Europa de alguno de sus rivales, algo que ha estado muy lejos de suceder.
Mientras el cuadro de Simeone desperdició una gran oportunidad en Champions perdiendo ante un rival menor como el Leipzig, los de Setién protagonizaron un ridículo histórico ante el Bayern de Múnich que ha terminado por dinamitar el club. Dos fracasos que al mismo tiempo ensalzan la labor de Zidane, especialmente en el caso del equipo azulgrana, el cual ya se encuentra inmerso en la búsqueda de un nuevo entrenador.
Los bandazos en el banquillo del Camp Nou contrastan con la estabilidad existente en el del Real Madrid, donde Zizou lidera un proyecto claro y definido. Aunque nada es perfecto, ya que los blancos necesitan algo más para poder competir en Europa, sus problemas son minucias al lado de los del eterno rival. El nuevo técnico que llegue a Can Barça (todos los indicios apuntan a Koeman) tendrá que navegar en un mar de dudas, una situación muy distinta a la de un Zidane que pisa tierra firme.
Fuente: revistaelbalon.com
